En un momento en el que el mayor acto de amor hacia tu familia es quedarte en casa para protegerlos estamos aprendiendo a relativizar, a conocer el valor de lo importante. Nos estamos dando cuenta de lo afortunados que éramos rodeados de los nuestros y de lo mucho que los echamos de menos, pero también de lo llenos, ojalá todos, que estamos por dentro disfrutando de estos días de calma que nos ha dado el mundo.
Son días para quedarse en casa, solo o en compañía, pero días que nos han regalado para que echemos el freno, para darnos un respiro ante el ritmo frenético que llevábamos y darnos cuenta de lo más importante, y difícil a la vez, saber convivir con uno mismo. Son días para trabajar el autoconocimiento, aprender sobre nuestra inteligencia emocional, desarrollar nuevas habilidades o hacer todas las tareas que teníamos pendientes y para las que nunca encontrábamos el momento adecuado. Son días para disfrutar de los pequeños detalles, del sol que entra por la ventana o de la risa del hijo de tu vecino que escuchas desde el jardín. Son días para valorar a los nuestros y el bien que nos hacían sus abrazos. Y días de pensar.
Pensar en la situación que teníamos antes de la llegada del COVID-19 al país, pero también en la actual. Cómo hay vecinos que se están conociendo después de tanto tiempo viviendo al lado de no sabían quién, cómo cada tarde a las ocho caen las redes y se llenan las terrazas de aplausos. Aplausos por los profesionales sanitarios, por la policía, guardia civil, bomberos y militares. Por el personal de los supermercados, de los medios de comunicación. Por los agricultores, por los ganaderos. Por todos los que trabajan en silencio para que la situación sea lo mejor posible y por todas aquellas personas a las que nunca nos habíamos parado a reconocer su labor. Por todos salimos cada día al balcón. Sin olvidarnos de los niños que están en casa, los que lo llevan mejor y los que no, de las personas mayores que están solas, de todas las familias que están sufriendo la pérdida en silencio de tantas personas queridas, de todos los que estamos lejos de los nuestros. Y salimos por cada reencuentro, porque todos llegarán. Y lo harán con más fuerza que nunca.
Salimos porque todo esto también tiene una parte bonita, aunque muchos no la quieran ver. Por eso aplaudimos, por todos los bebés que están naciendo y por los miles de pacientes que ya han recibido el alta, por los que salen de la UCI y para que la fuerza les llegue a los que acaban de entrar. Aplaudimos por las iniciativas tan bonitas que están inundando las redes estas semanas, por los músicos que están lanzando su disco, por las canciones que nos dan energía, por los entrenadores que cada día nos animan a movernos con ellos a través de la pantalla, por todos los que hacen hincapié en las buenas noticias. Por la naturaleza, que está respirando de nuevo sin nuestra presión. Por los animales, que de una vez por todas pueden corren libres.
Salimos y aplaudimos. Por muchas cosas, por mucha gente. Y aunque aplaudimos para los demás siempre nos guardamos algún aplauso para nosotros mismos, que también necesitamos mantener el ánimo. Y por eso y muchas cosas más nos emocionamos con cada aplauso, y es que ojalá nunca dejásemos de hacerlo. Ojalá nos diésemos cuenta de que por fin hemos sido capaces de unirnos todos para luchar por un mismo objetivo y que todos somos iguales, sin importar tantas etiquetas, tantos prejuicios y tantos números. Porque a lo mejor, al fin y al cabo, todas las diferencias que intentábamos buscar siempre en el de al lado eran un sinsentido. Porque a lo mejor, al fin y al cabo, lo único que realmente importa es el contacto con los tuyos.
Y ahora que hemos aprendido a besar en la distancia, a sentir los abrazos a kilómetros y a poner una sonrisa, aunque muchas veces quede oculta bajo una mascarilla, cuando las cosas no van bien… ojalá que nunca nos olvidemos de lo que está pasando, lo que nos está cambiando y todo lo bueno que estamos haciendo. Porque saldremos y volveremos a las calles para llenar todos los bares y pequeños comercios que cerraron, para disfrutar de la libertad que nos quitaron durante unas semanas ante una emergencia sanitaria de este nivel.
Porque volveremos ahí fuera, pero lo haremos más fuertes que nunca.

Buen post, totalmente de acuerdo. Saludos
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Precioso! Te animo a escribir más. Soy fan de tus letras!
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Excelente comentario Rocío. Muy íntimo y personal. Ojalá sea así
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Extraordinario Rocio.
Leer tus comentarios, fortalecen y dan ánimos.
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